DESAGRAVIO A JULIO ARGENTINO ROCA. POR JESÚS MARÍA SILVEYRA DIARIO LA NACIÓN
Jesús María Silveyra
PARA LA
NACION
Me
encuentro escribiendo un libro sobre la “Campaña al Desierto” de Roca, cuando
me llega la noticia: quieren sacar la estatua de Roca del Centro Cívico de
Bariloche. ¡Qué barbaridad! ¿La justificación? Dicen que entorpece la vista del
lago Nahuel Huapi y que pondrán una obra de arte en piedra, sin elevación, para
garantizar la vista despejada hacia el lago, sin nada que la obstruya, aunque
hay otros que sostienen que construirán algo en homenaje a las “Madres de Plaza
de Mayo”. Suena a cinismo, porque todos sabemos el motivo ideológico por el
cual lo hacen: son ideólogos de la “generación diezmada” y de la causa mapuche,
que consideran a Roca un “genocida” y un líder nefasto de nuestro país.
No
me extraña que este grupo de gente maleducada y poco formada busque antes de
que cambie el gobierno hacer todo tipo de afrentas y distorsiones a la historia
nacional y popular. Porque si hay alguien popular
en el sur de nuestro país es el general Julio Argentino Roca, llamado
así por su madre: “Julio por ser el mes glorioso y Argentino, porque confío en
que sea como su padre, un fiel servidor de la patria”.
Pero
antes de entrar en la refutación de la argumentación de este grupo de personas,
sería bueno recordar cómo fue construido el Centro Cívico y por qué se colocó
la estatua de Roca en aquel lugar, que en su conjunto conforman una fotografía
que ha recorrido el mundo entero representando con belleza y sencillez a la
ciudad de San Carlos de Bariloche, visitada anualmente por turistas de muchos
países.
El
Centro Cívico fue idea del arquitecto Esteban de Estrada, con el apoyo del
presidente de Parque Nacionales, Exequiel Bustillo (hermano de Alejandro quien,
entre otras cosas, construyó el Llao Llao). En aquel momento Bariloche no
pasaba de 10.000 habitantes y carecían de recursos suficientes para construirlo.
Fue entonces que a Bustillo se le ocurrió la idea de emplazar el monumento a
Roca por todo lo que había hecho por el sur del país y, de ese modo, consiguió
donaciones suficientes para que se construyera el Centro Cívico. O
sea que, gracias a la figura del general Roca, se hizo la plaza y los edificios
circundantes que se inauguraron el 17 de marzo de 1940.
Hace poco tiempo estuve en el Colegio del Uruguay, en la ciudad de Concepción del Uruguay, donde Roca estudió, y me comentaron que tuvieron que luchar contra los funcionarios provinciales que querían sacar el busto de Roca que está emplazado en un pasillo del colegio. Asimismo, como parte de mi investigación, visité el Museo Roca de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, y me encontré más con una casa del gremio de “La Fraternidad” ferroviaria que con un museo dedicado a la obra de nuestro prócer. Por otra parte, es sabido que, cada tanto, grupos de vándalos pintan la estatua del general en la Diagonal Roca de nuestra ciudad. Otro ejemplo de persecución ideológica ha sido el retiro de su figura de nuestros billetes.
En fin, es evidente que todo esto forma parte de una campaña orquestada para borrarlo de nuestra historia o al menos para correrlo, como hicieron con la estatua de Colón frente a la Casa Rosada para reemplazarla por la de Juana Azurduy por sugerencia de Hugo Chávez y Evo Morales.
Vayamos
a la refutación de los argumentos contra la figura del general Roca y sus
monumentos. Lo llaman “genocida” y está comprobado por los diarios del
periodista Remigio Lupo, del arzobispo Espinosa y del coronel Olascoaga, que
acompañaron al general desde Azul hasta la isla de Choele-Choel en su “Campaña
al Desierto”, que la columna dirigida por el general Roca no mató un solo
indio. Cosa curiosa, la campaña de Rosas
de 1833 triplicó en número de muertes a las de las otras columnas de la campaña
de Roca y nadie lo llama a Rosas
“genocida”. Pura ideología. Lo
realmente valioso es que el general Roca, como hábil ministro de Guerra,
abandonó la estrategia de la “zanja” de Adolfo Alsina y optó por la ofensiva
antes de que los chilenos nos tomaran la Patagonia. Esto lo prueba el envío de
una flota a la desembocadura del río Santa Cruz en 1878 y la posterior campaña
que el general encabezó en 1879 por el llamado “desierto”. Roca sabía que Chile
no podía ocuparse de dos frentes a la vez y que pronto entraría en un conflicto
armado con Bolivia y Perú. Así fue como en 1881, durante su primera
presidencia, se firmó el tratado con Chile, que reconoció como límites la
cordillera de Los Andes. Además, durante sus presidencias se consolidaron las
fronteras del norte con Paraguay y Bolivia. Es decir, gracias a Roca,
nuestro país tiene el territorio que hoy tiene y lo convierte en el octavo país
del mundo por su tamaño, mal que les pese a sus detractores.
Con
respecto al argumento de los mapuches de que Roca les quitó sus tierras, es
sabido que los mapuches no fueron pueblos originarios de la Argentina, como sí
lo fueron los querandíes (aquellos que incendiaron Buenos Aires), los vorogas,
los ranqueles y los tehuelches. Las tribus aucas (en idioma quechua para
referirse a los araucanos o mapuches), entraron siglos después a nuestro
territorio y exterminaron o dominaron a las otras tribus. Especialmente, el
cacique Calfucurá, que se calcula entró en la Argentina para 1834 y sojuzgó al
resto de las tribus o llegó a acuerdos con ellos para realizar grandes malones
y robar miles de cabezas de ganado que vendía en Chile a quienes políticamente
lo apoyaban. Para ratificar esto que afirmo, basta con leer el libro: Entre los
tehuelches de la Patagonia, del sacerdote jesuita Guillermo Furlong, quien
relata las travesías de un grupo de jesuitas que llegaron a los lagos del sur
como misioneros, entre ellos el padre Nicolás Mascardi. Casualmente, es Mascardi
quien da el nombre al lago al sur de Bariloche que quienes pretenden ser
pueblos originarios han convertido en zona de permanente conflicto reclamando
unas tierras que no les pertenecen, ya que los pueblos
originarios de esa zona eran los “poyas” (una de las tribus tehuelches) y no
tenían nada que ver con los araucanos. Mascardi comenzó a evangelizar a los
poyas, en 1670, cuando instaló la misión del Nahuel Huapi. Él mismo escribió en
su “carta y relación” que la lengua poya era la que hablaban todos los que
vivían al sur del Nahuel Huapi.
Concluyendo,
lo que no comprenden quienes se la pasan injuriando a Roca es
que la historia misma es la que hace grande a las personas y que los relatos
ideológicos terminan siendo desenmascarados.
Escritor. Su último libro
publicado es Ángela
Merkel. Liderazgo del siglo XXI (Editorial Planeta).
Cte Pr Dr D CARLOS GUSTAVO LAVADO ROQUÉ-LASCANO PhD
DESCENDIENTE DE GUERREROS Y PRÓCERES DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA Y SUDAMERICANA.
MIEMBRO DE LA LEGIÓN DE PATRICIOS VOLUNTARIOS DE BUENOS AIRES
Primer Jefe del Centro de Rastreo Escucha e Interceptaciones de Comunicaciones "Salta" Red Internacional Antinarcóticos "LOS CAIMANES" años 1992/93
"GUERRA DE LA CUARTA GENERACIÓN GC". Participó en la elaboración de normas de protección física de instalaciones nucleares junto al OIEA, con medidas para prevenir, interceptar y responder a usos ilícitos de materiales nucleares y fuentes radiactivas. Antes de los ataques terroristas del 11 septiembre de 2001
Especialista en Emergencias Toxicológicas Masivas - CITEDEF - CONICET-
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