“SEGURIDAD NACIONAL” y “DEFENSA NACIONAL SUS “CAMPOS DE ACCIÓN”.


PRODUCIDO POR: Cte Pr (R) D Carlos Gustavo LAVADO ROQUÉ Ph.D.*

SEGURIDAD NACIONAL”  “DEFENSA NACIONAL
 sus 
 “CAMPOS DE ACCIÓN”.

Para ello debemos recurrir a las ciencias específicas que los tratan:

·     La Polemología, como disciplina de la Ciencia Política que trata sobre el conflicto, y

·     La Gran Estrategia, como ciencia y arte que interrelaciona fines y medios, reteniendo como motivo axial a la resolución del conflicto.

·     De esa manera llegamos a los “campos de acción”, según “la naturaleza” del riesgo o de la amenaza, presentes o percibidos, en el S. XXI.

Es por ello conveniente precisar que, desde el punto de vista epistemológico, NO bajaremos al nivel de la conceptualización operativa (la acción – la maniobra), sino que nos mantendremos en el plano “conceptual funcional” (lo esencial - los fines).


CAMPOS DE ACCIÓN

SEGURIDAD ESTRATÉGICA: es aquella que pone en resguardo los ideales e intereses que afectan al Estado Institucional o a la sociedad en su conjunto, frente a los riesgos-amenazas provocados por un eventual agresor. Corresponde al ámbito de la Defensa Nacional y es normada y sostenida por el Derecho Internacional Público y por el Derecho Nacional, cuando aquel sea insuficiente o tardío, y /o por las normas específicas que la rigen, en cada Estado.
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SEGURIDAD PÚBLICA: es aquella que pone en resguardo a los ideales e intereses de las personas y de las asociaciones civiles, frente a las acciones delictivas. Es de responsabilidad de  los Elementos Judiciales y de Seguridad Auxiliares y está regida los Códigos de la Justicia Nacional pertinentes y por el Derecho Internacional Privado.

La hora del sinceramiento de la Defensa y Seguridad ha llegado. La Posguerra Fría ha terminado. Una nueva Guerra Mundial nos abarca y se interrelaciona con las novísimas “guerras interiores” en desarrollo

América es el espacio donde se origina y desarrolla el flagelo narcoterrorista, una mixtura simbiótica de revolución y crimen que no se percibe con claridad desde el Norte, donde se prefiere ver preferentemente al terrorismo o al macroterrorismo. El narcoterrorismo es la forma principal de la guerra mundial en desarrollo en Iberoamérica. Es la expresión actual y la continuidad de sucesivas campañas que se inician a mediados del siglo XX, dentro de la lógica bipolar. Los ciclos se fueron sucediendo. Cada uno de ellos logró, con formas diversas, avances sucesivos.

En países como la Argentina, donde el planeamiento estratégico de los verdaderos riesgos está prohibido por la Ley de Defensa, puede repetirse, escandalosamente, el mal empleo de las fuerzas militares por carencias de conceptos claros e improvisación, frente a un enemigo que demuestra constantemente, una conducción centralizada y refinadas estrategias de aproximación indirecta.

Estas “guerras de la tercera especie” que se dan fuera de los antiguos teatros de operaciones, en donde las bajas son principalmente civiles y las estrategias centrales no son militares, siguen siendo una responsabilidad estratégica de la Defensa y de los Estados Nacionales o de la Integración de ellos y no tienen otro recurso que preverlas y enfrentarlas oportunamente y en alianza, a través del planeamiento de los Estados Mayores Conjuntos o Combinados-Conjuntos, integrando las estrategias defensivas de la Región, o repetir graves errores del pasado.

Si aceptamos que la Política de Defensa es “una selección de prioridades, distribución de recursos y definición de parámetros de las acciones que gobiernan tanto la seguridad de los intereses nacionales contra una agresión, como la capacidad del poder militar, con el fin de promover los intereses nacionales definidos en la estrategia nacional de gobierno, es decir, los objetivos políticos declarados” y que esa “Política de Defensa indica la dirección política del potencial de defensa....orientada a lograr la seguridad y protección de los intereses nacionales y a la vez cumplir con los objetivos internacionales del gobierno”.

El “desafío central”, para cumplir con nuestro propósito, radica hoy en la comprensión de la naturaleza cualitativa de la agresión que ha llegado con el siglo XXI, como dilecta hija de los acelerados avances de la Revolución Científica Tecnológica y del desenlace de la Guerra Fría y sus consecuencias políticas en Iberoamérica.

Radica en aislar y fijar lo sustantivo, el valor central de estas “Guerras Sociales”, “Guerras de la Tercera Especie” o de la “Cuarta Generación”, como están siendo bautizadas por diferentes autores las guerras que, en diverso grado de avance, se desarrollan “internamente”, en los estados-nacionales sudamericanos, abarcados y condicionados por la Guerra Mundial Antiterrorista que se inició el 11 de septiembre de 2001.

Si el diagnóstico fuere correcto, el pronóstico, la estrategia y las organizaciones emergentes a proponer, serán las necesarias para recuperar la seguridad, la libertad y el progreso de nuestros pueblos.

Estos términos opuestos han sido un tema recurrente de la Ciencia Política, a lo largo del tiempo. Hoy toman una importancia fundamental, dada la naturaleza de los conflictos, las formas de la agresión y el modo en que se presentan las guerras al comenzar el tercer milenio.

Las guerras, “innegablemente el más espectacular de los fenómenos sociales” , evolucionan con el ritmo que les imprime la  situación política internacional y la innovación tecnológica. Indiscutiblemente, son fenómenos altamente dinámicos, como “manifestación de la Política” .

Los Estados-Nacionales y sus Fuerzas Armadas prevén la guerra para evitarla, o ganarla frente al agresor que la impone. Pero ni los estados ni las fuerzas armadas se organizan ni adiestran para “la” guerra, sino para “una o varias” guerras determinadas. Las guerras posibles y probables. Las más peligrosas y en la coyuntura 2002, la que está presente.

El riesgo estratégico presente.

Una opción de Defensa equivocada en éste comienzo de siglo, encuadrados nuestros débiles estados como lo están hoy por una guerra mundial de características inéditas, quebrantaría aun más la demorada recuperación de la identidad, de la ética pública y privada, de las instituciones, de los hábitos cívicos. Nos impediría ingresar a la civilización del conocimiento y lograr la integración. Nos llevaría inexorablemente a una disolución sangrienta y anárquica, envueltos en una guerra civil, incomprensible e incomprendida, cuya presencia asoma con diversos rostros y estadios en nuestro derredor.

He allí la importancia, para los iberoamericanos, de ésta última obra de Huntington y Harrison: “La Cultura es lo que Importa”.

La Defensa es por sobre todo previsión, para evitar la agresión. La previsión se desarrolla a través del planeamiento estratégico de las reales y perceptuales amenazas. En Argentina ello está impedido por las Leyes de Defensa vigentes. En ellas hemos  dividido a la Defensa Nacional en interna y externa. La defensa externa se la concibe en la ley, dentro de los parámetros del siglo XIX y la defensa interna en la llamada Ley “de seguridad interior” es puesta en manos policiales, de hecho, en plena “posguerra fría”. Sin duda que se recurrió a un análisis comparado con legislaciones avanzadas, pero se omitió reemplazar eficientemente las funciones que se anulaban.

Cuando ingresemos en el análisis de las “guerras de la tercera especie”, nos daremos cuenta de la gravedad que adquiere hoy el exabrupto intelectual e institucional acometido por las Comisiones de Defensa de ambas cámaras legislativas. En país alguno del mundo se le ha dado indirectamente a las policías responsabilidades de planeamiento estratégico. Nosotros lo hemos hecho en el único momento de nuestra historia en que el delito común ha sobrepasado las capacidades operacionales de la seguridad pública.

La salida del laberinto creado por la ignorancia, el prejuicio ideológico y los resentimientos socio-políticos, puede lograrse por un Tratado de Defensa Común que permita recrear en oportunidad una estructura de Defensa Regional. Una Ley que subrogue los desatinos legales vigentes y de lugar a la rehabilitación del Estado Nacional, a través de sus instituciones. Una alternativa a esta propuesta, es la creación de una Secretaría de Planeamiento Estratégico a nivel Presidencia de la Nación.

La paradoja de la guerra es que ésta se prevé para que no llegue. Cuando la ceguera ideológica, la incultura política, el prejuicio o la corrupción impiden la consolidación del estado y el sano desarrollo institucional de sus fuerzas armadas, tengamos la certeza que no habrá Paz.

La “Guerra Antiterrorista” en curso, no será corta ni fácil. Es la segunda de las guerras mundiales que se libran en ambiente nuclear, pero ésta se diferencia de la anterior, la guerra fría, fundamentalmente porque la disuasión no funciona. El enemigo no recibe el mensaje de la amenaza destructiva y ya lo ha demostrado. Los estados débiles y en proceso de feudalización, son los espacios de la violencia que ya se ha desatado. En Iberoamérica, en diversos grados, todos quedan comprendidos En ellos habita el crimen organizado internacional que ha desafiado y agredido al Estado Secular Desarrollado Norte, el 11 de Septiembre de 2001, atacando en la cabeza del poder imperial mundial, con una acción imponderable, plena de simbolismos.

* Primer Oficial del Escalafón Comunicaciones de la Gendarmería Nacional Argentina Diplomado en Defensa Nacional.


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