Hoy podemos decir que el Señor Coronel VGM Don Horacio Losito está en Libertad. Deo Gratias. Libertad para el Héroe de la Gesta de Malvinas!
COMPAÑERO DE LA PROMOCIÓN 103 CMN
TCNL D HORACIO FERNANDEZ
CUTIELOS",
EL SEÑOR CORONEL VGM D HORACIO LOSITO
CURSÓ SUS ESTUDIOS SECUNDARIOS EN EL
LICEO MILITAR GENERAL SAN MARTÍN
En el piso de arriba, en medio del fuego cruzado del enemigo y del que se estaba produciendo dentro de la casa, el teniente Ernesto Espinosa seguía acribillando a los ingleses con su fusil de francotirador Mannlicher. Se le había ordenado que salga de la ventana, pero hizo caso omiso: “No, de acá puedo apoyarlos mejor”. Una certera granada de M79 le pega en el pecho y termina con su heroica vida. Pero gracias a que Espinosa se inmoló, el resto de los comandos encabezados por el capitán Vercesi, pudieron salir y combatir.
Losito tenía un zumbido terrible en los oidos, estaba sordo. Se sentía quemado por dentro, totalmente aturdido, pero en unos segundos comenzó a recuperar el control. Mueve las piernas, los brazos, y ve a cuatro o cinco ingleses, a unos 15 metros de distancia, que seguían disparando contra la casa con lanzagranadas M79. En un medio giro, Losito toma el fusil y abre fuego contra ellos en automático. Es que el selector de disparo en ametralladora se había corrido en la caída, y por eso salió la ráfaga. Uno de los británicos cae y el oficial argentino aprovecha para correr hasta el río que habían cruzado el día anterior. Los disparos pican alrededor suyo en forma tan tupida, que la turba parece estar en ebullición.
El trayecto hasta el río era de unos 120 metros. Losito corría cinco o seis segundos, se arrojaba al suelo, abría fuego, se levantaba y seguía corriendo. Cada vez que se erguía, preparaba mentalmente el cuerpo para recibir un balazo, ya que no había ningún tipo de cubiertas. Tras cruzar un alambrado, antes de llegar al río, encuentra un zanjón largo: le pareció ideal para quedarse a combatir ahí y no seguir jugándole a la suerte corriendo.
Pero antes de poder parapetarse, recibe un tiro de fusil en el muslo derecho, que lo hace caer de espaldas al zanjón. Sentía la pierna helada y al mismo tiempo el calor de la sangre que corría por ella; аdemás de la sangre que le empapaba la cabeza. Pero trás la conmoción inicial, se dijo: «¿Para que tuve tanto entrenamiento de comando? ¡A ver! ¡A sobreponerse!”
Losito vio que los hombres del British Mountain and Arctic Warfare Cadre, un grupo de choque de la brigada de comandos del Reino Unido, avanzaban contra él. Iba a hacerse un torniquete con su pañuelo de paracaidista, pero se dio cuenta que no había tiempo para ello. Agarró el fusil y comenzo a disparar, frente a esa avalancha, esa locomotora que se le venía encima gritando y haciendo fuego.
Era el asalto final. El teniente primero veía que los ingleses iban cayendo a medida que atacaban, pero la munición se le estaba agotando.
De los cinco cargadores, le quedaba uno, el último. En eso ve como cae herido el sargento primero Humberto Medina, que estaba combatiendo delante suyo a la derecha. Medina pide auxilio y el sargento primero Mateo Sbert, que lo había sobrepasado, vuelve sobre sus pasos para socorrer al camarada. Con ello atrae el fuego enemigo hacia sí y cae abatido.
El combate proseguía, todo era confusión. De repente, Losito ve que en un codo de la zanja aparece el teniente primero Gatti, transmitiéndole la orden del jefe de sección: “No tire más, mi teniente primero, nos rendimos”. El capitán Vercesi había evaluado la situación, tenía un alto porcentaje de bajas: dos muertos, seis heridos y la munición practicamente agotada, сon lo cual ya no podría cumplir misión alguna. Y decide rendir la patrulla. Pero Losito le grita a Gatti: “¡No se rindan, carajo! ¡Sigan combatiendo! ¡Y usted cúbrase, que está expuesto!” Todo esto se desarrollaba en segundos, la secuencia era vertiginosa.
El teniente primero continúa disparando hacia su izquierda y de repente ve piques de fusil o pistola ametralladora, - porque eran muy seguidos, - que provenían de la derecha. Ya estaba muy mareado por la gran perdida de sangre, pero gira su cabeza y muy cerca, porque les pudo ver la cara, venían corriendo, gritando y tirándole dos ingleses.
Logró girar el fusil, disparó y le acertó a uno de ellos, que se desplomó. Al otro, sin embargo, el más bajito, morocho, de tez olivácea, bien enmascarado, no le pudo hacer fuego: ya no tenía control de su cuerpo por la enorme pérdida de sangre sufrida. Lo único que lo mantenía alerta era la adrenalina.
Losito se mordió las labios para no desmayarse, porque pensó que si se dejaba ir, ya nunca recobraría el conocimiento. Como en cámara rápida rezó, se encomendó a la Virgen María, le dijo a su mujer “Disculpame, no voy a poder volver como te lo prometí”, se acordó de sus hijos y esperó que ese hombre parado en el borde de la zanja, apuntándole y gritándole algo, abriera fuego. Pero el inglés nó disparó. Le estaba ordenando que levante las manos, porque tenía el fusil apoyado en su cuerpo.
Como Losito no entregaba el arma, lo agarró de la chaquetilla y lo sacó de la zanja. De inmediato supo que las heridas eran graves. Le colocó una inyeccion de morfina en el muslo izquierdo, directamente, a través de la ropa, y le escribio una M en la frente, para que no le fueran a dar otra dosis.
El británico estaba muy nervioso por la adrenalina del combate, gritaba, le apoyaba una pierna encima de Losito, pero finalmente le dijo: “Para tí ha terminado la guerra”. El soldado se llama Raymond Say.
El comando argentino lo contactó despúes de la guerra y conserva hacia él un sentimiento de admiración. “Un tipo recontra profesional, en el fragor del combate podía haber acabado conmigo, pero mantuvo el control de si mismo”, me dice Losito.
-¿Cómo es que querías seguir combatiendo, Horacio, doblemente herido y ya solo? - Espinosa, Estévez, protagonistas de actos heroicos que estremecen, no los realizaron espontáneamente. Fueron entrenados, educados en esa línea de valentía, en el curso de comandos.
La boina de comando en el ejército argentino se lleva, por tradicion, ladeada a la izquierda. Para lograr el efecto, hay que presionar ese costado. Los comandos lo hacíamos colocando encima de la boina una bala de fusil. ¿Qué simbolizaba esto? Después de agotar municion, hay que usar esa bala para no caer prisionero. La última bala es para uno mismo.
EX INTEGRANTE PROM CIII CMN
VETERANO DE LAS OPERACIONES MILITARES POR EL CANAL DE BEAGLE (1978)
"PARTICIPO EN LA GUERRA DE LA CUARTA GENERACIÓN Y AMENAZAS ASIMÉTRICAS".en la elaboración de NORMAS DE PROTECCIÓN FÍSICA DE INSTALACIONES NUCLEARES junto al OIEA, con medidas para PREVENIR, INTERCEPTAR y RESPONDER a usos ilícitos de materiales nucleares y fuentes radiactivas. ANTES DE LOS ATAQUES TERRORISTAS DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 2001
DESCENDIENTE DE GUERREROS Y PRÓCERES DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA Y SUDAMERICANA.
MIEMBRO DE LA LEGIÓN DE PATRICIOS VOLUNTARIOS DE BUENOS AIRES
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